El resurgimiento del machismo y la violencia de género entre la juventud: una aproximación jurídico-social al fenómeno y sus causas subyacentes

La Voz de Asturias.- En los últimos años, diversos estudios sociológicos, informes institucionales y encuestas —como el barómetro del CIS o los realizados por el Ministerio de Igualdad y el INJUVE— han alertado sobre un preocupante aumento de actitudes machistas, negacionismo de la violencia de género y comportamientos sexistas entre adolescentes y jóvenes varones en España. La pregunta que inevitablemente surge es: ¿se trata de un fenómeno aislado o estamos ante una estrategia más profunda de manipulación ideológica con claros tintes políticos?

Un retroceso preocupante

La violencia de género, reconocida como una grave vulneración de los derechos humanos, fue jurídicamente conceptualizada en España a través de la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Sin embargo, casi dos décadas después, se observa cómo determinados discursos —especialmente entre la población juvenil— cuestionan no solo la existencia de esta violencia estructural, sino incluso la legitimidad de las políticas públicas destinadas a combatirla.

Según los últimos informes del Observatorio de la Juventud, el 20% de los varones jóvenes niega la existencia de la violencia machista y considera que el feminismo «ha ido demasiado lejos». Además, proliferan en redes sociales mensajes que banalizan, ridiculizan o tergiversan los conceptos de igualdad, feminismo o patriarcado. La normalización de actitudes de control hacia las parejas, la cosificación de la mujer y el consumo acrítico de pornografía violenta alimentan una visión distorsionada de las relaciones afectivo-sexuales.

Adoctrinamiento ideológico y desinformación

El fenómeno no es espontáneo ni apolítico. Existe una estrategia perfectamente calculada de algunos sectores ideológicos —especialmente vinculados a la ultraderecha— que instrumentalizan las redes sociales y determinados medios digitales para erosionar los consensos sociales en torno a los derechos humanos, incluida la igualdad de género.

Este «adoctrinamiento inverso» opera mediante bulos, teorías conspirativas («denuncias falsas generalizadas», «ideología de género»), desinformación emocional y la utilización de memes, vídeos virales o «influencers» que utilizan un lenguaje cercano y provocador para captar a jóvenes desinformados o descontentos. Plataformas como TikTok, YouTube o X (antiguo Twitter) son espacios privilegiados para esta manipulación, que se ampara en una falsa narrativa de «libertad de expresión» o «rebelión contra lo políticamente correcto».

El uso algorítmico de las redes sociales refuerza las cámaras de eco y dificulta la exposición a visiones críticas o contrastadas, lo que deriva en un fenómeno de radicalización silenciosa de ciertos sectores juveniles, muchos de ellos sin contacto previo con el activismo político.

El papel de los medios y la falta de educación crítica

A ello se suma el tratamiento mediático de algunos casos de violencia o el sensacionalismo con el que se abordan conflictos de pareja, que tienden a diluir la estructura patriarcal del problema en aras de una supuesta equidistancia. El machismo no solo no ha desaparecido: ha mutado en formas más sofisticadas, disfrazadas de ironía o victimismo masculino.

La raíz de este fenómeno debe también buscarse en la fragilidad de la educación afectivo-sexual en los centros escolares, la falta de programas estables de coeducación y el recorte de recursos en políticas de igualdad. La ausencia de pensamiento crítico en la juventud es caldo de cultivo perfecto para la manipulación ideológica. Como señala Martha Nussbaum, sin una educación humanista que fomente la empatía, la igualdad y la razón, la democracia se resquebraja desde dentro.

Conclusión: una lucha jurídica y cultural

La regresión en las actitudes juveniles respecto a la igualdad no es un fenómeno trivial, sino una amenaza directa al pacto constitucional sobre derechos fundamentales. El Estado tiene la obligación jurídica y moral de defender la igualdad real y efectiva (art. 14 CE), así como de garantizar la educación integral de la infancia y juventud (art. 27 CE).

Frente al avance del negacionismo y el machismo rearticulado, la respuesta debe ser multifactorial: legislación firme, educación transformadora, control del discurso de odio en redes sociales y medios, y una movilización cultural que devuelva valor al pensamiento crítico, al respeto y a la justicia social.

Porque si las nuevas generaciones niegan la violencia de género, corremos el riesgo de repetir —y empeorar— los errores del pasado. Y esa es una responsabilidad que ninguna democracia madura puede permitirse ignorar.

«El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos.» Simone de Beauvoir.

«No hay justicia social sin memoria, sin educación ni verdad.» José Saramago.

«El machismo moderno ya no grita: ahora susurra, se disfraza de broma, de libertad o de rebeldía… pero sigue golpeando.» JLA